martes, 2 de abril de 2013

EL GRAN ENCUENTRO



Por la frente de Bebo, se deslizaba un enorme goterón de sudor que acompasaba a su rostro adormecido por el dolor anestésico que rodeaba su vida. Ahora una proyección de su pasado se materializaba bruscamente tras cuarenta años de olvido en forma de mujer mayor erosionada por la vida, y por el paisaje espurio y triste  de la cama de un hospital.
Bebo era consciente de que probablemente sería una de las últimas veces que vería a joana, y aunque saliera de esta, no podía perder la ocasión de conversar con ella, y de decirse todo lo que quedó pendiente.
Entre el silencio entreverado por las distorsiones del entramado agresivo del entorno hospitalario, Bebo se topó con la mirada de la mujer que ya ni siquiera reconocía por su físico. Pero sin duda detrás de esos ojos, de esa intensa y emotiva mirada se encontraba el dulce recuerdo de la dama a la que quiso y llevó en su mente toda su vida.
Joana; deslizando las pupilas hacia sus manos, mientras la humedad de un mar de lágrimas masivo enrojecían su globo ocular, pudo emitir una frase profundamente emocionada:
- Has llegado a tiempo, pensé que no te vería más.
Bebo intentó descargar a su amada del desgaste de sus emotivas palabras, pero ella se adelantó:
- No digas nada Bebo, después de cuarenta años de silencio, te debo una explicación:
- Sí Bebo; desaparecí de repente, sin decir nada a nadie. No tuve ni el valor ni la fortaleza suficiente para despedirme de ti. Eso está mal, muy mal, y he vivido con este lastre toda mi vida, pero no creas que me olvidé de ti. Cada segundo de mi existencia te he llevado en mi recuerdo, en mis sentimientos, en mis penas, en mis alegrías. Los mejores años de mi vida los pasé a tú lado, y esto nunca lo he podido olvidar.
- Dirás Bebo; que todo eso esto es muy bonito, pero el hecho real es que te dejé con una mano delante y otra detrás, y con la angustia de no saber nada de mi hasta el día de hoy. Tienes toda la razón del mundo, esto es una obviedad, pero ya no hay nada que pueda cambiar lo que  hice, y por tanto sólo puedo ofrecerte este hilito de vida que me queda y que no sé hasta cuándo durará.
Bebo que se encontraba profundamente conmocionado, invadido por la emoción, tomó con fuerza la mano derecha de Joana, y sentándose al mismo tiempo en un hueco de la cama, comenzó su veredicto:
- Mi vida: No sé por qué te fuiste, ni tampoco por qué  has venido, pero no tengo ningún  interés en responder a esas preguntas: Una vez te dije que mi amor por ti sobrepasaba tus propios sentimientos: Siempre te quise, siempre te querré, y nada ni nadie ha cambiado ni podrá cambiar esto; de hecho ni siquiera lo cambiaste tú. Nunca he sido capaz de guardarte rencor, y te aseguro que muchas personas se han empeñado en ello. Estoy seguro de que tus razones para desaparecer eran de peso, y si no lo eran tampoco te voy a juzgar, decidiste irte, y ahora decides venir, y lo único con lo que me quedo es con la alegría de verte. No tengo tiempo de acumular odio, ni tampoco tengo suficiente tiempo para desaprovechar la oportunidad  de estar a tu lado.
- Éramos tan jóvenes Bebo, tan inexpertos, tan torpes en el arte de la vida. Ahora se la importancia de caminar más liviana; sin rencor, sin prejuicios, sin cargas pendientes, y tú eras el motivo principal para hacer este último viaje. Sentí la necesidad de volver a mi patria a morir, o a vivir algo más, no lo sé, pero en cualquier caso estoy segura de que merecerá la pena: He cumplido el sueño de toda mi vida, encontrarme con mi amado. No te pido nada, ni siquiera que me perdones; he vivido con la esperanza de este encuentro, y es precisamente esto el sentido que le he dado a mi vida durante todos estos años.  El dolor de tu ausencia lo he podido mitigar con la hipotética imagen de este encuentro; y ahora ya ves, me tienes aquí postrada en una cama, en espera dos dictámenes: El de los médicos y el tuyo.
Bebo; relleno de nostalgia, y rodeado de un sentimiento del que nunca se pudo deshacer y que le hacía sentirse muy nervioso, lanzó sus brazos hacia Joana, y se fundieron  en un  beso sonoro que traspasaba la sensibilidad del cuerpo  y se alojaba en lo más profundo de dos almas gemelas que por circunstancias de la vida tuvieron que separarse un día.  

2 comentarios:

  1. No hay nada como el amor verdadero q por el destino no pudieron dedicarse en el.camino de la vida,pero q por la esperanza del reencuentro hace posible q esas dos almas.vuelvan a ser jovenes en el amor q se.otorgaron y q ahora vuelven a fundirse en una misma. Alma

    ResponderEliminar
  2. El amor verdadero para mi es aquel que vivimos con intensidad y que sentimos que es el unico y que no hay otro igual...pero hay muchos amores verdaeros cada vez q te enamoras es en ese mismo instante el amor verdadero...hasta que llega a su fin y de nuevo aoarece el amor...el verdadero en ese momento...bueno yo me entiendo...besos

    ResponderEliminar